domingo, 31 de enero de 2016

Carrus navalis do Carne levare

En épocas pasadas cuando Matusalén estaba dentro del vientre de su madre,  y creíamos que el vino y el buen comer era saludable.  Las gentes  pasaban  el día y noche en convite en convite, como si no hubiera un mañana.  A  Los dioses de la época, este frenesí  no les hizo mucha gracia, ya que éramos su mejor entretenimiento.  El  modo de vida tan de desfase,  a las deidades,  les ofrecía una visión gris de su particular programa de televisión.  

Así que llegaron a la conclusión, de que, tenían que tomar cartas en el asunto.   Tras mucho pensar, encontraron la  forma  de controlar a la población, sin renunciar al libertinaje,  compensando  sus  malos hábitos.  Entonces crearon el  primer calendario, que dictaba los días de desenfreno y días de ascetismo.   Aunque los dioses  prefirieron entregar su cronología a los  humanos, con la escusa de que  les concretaba las épocas de cosecha y los cambios del  tiempo.  

La primera festividad del año es carnaval, es una semana que se vive a todo dar en todo el mundo, como aquellas antiguas gentes.  Sea una época de austeridad o depresión, siempre habido una escusa para celebrar el festejo enmascarado.  Un gran ejemplo es el Medievo, que a pesar de que todo era pecado, tenían este bureo. Para  callar las bocas, de que era una fiesta de índole impudente, los más devotos cambiaron  el significado etimológico  alegando,  que carnaval viene de “adiós a la carne”, así empezar un período de ayuno para  ganarse un sitio al lado de la trinidad.  Lo cierto es que, era una escusa para permitirse  mostrarse tal y como eran los seres humanos,  con sus vicios y sus tintes negros, sin que nadie  los excomulgará.

Aunque lo que más impresiona es la escusa original,  los dioses de la  época de Enoc no pensaron tanto, para justificar el jolgorio.  Parece ser,  que el ser humano no tenía tantos reparos en aceptar hacer una cosa en un determinado tiempo, porque sí.  Por ello los dioses solo dijeron, que en estas fechas  Baco  os visita y va  por el mar con un barco, mientras pasa eso,  podéis copular como conejos y beber el vino como si sería agua. De ahí lo de carrus navalis.

Sea cual sea  las máscaras y los disfraces que nos pongamos, día a día  siempre nuestro ser más primitivo, ese que solo le importa saciar las necesidades más básicas y que  nos autodestruye poco a poco, con su brutal nivel de vida. Siempre conseguirá revelarse, aunque sea simplemente por  un segundo, porque es inevitable ser irracional, alguna vez. 


  


lunes, 18 de enero de 2016

A Diós rogando y con el parquímetro pagando.

La bula el documento mágico, que te eximía de toda culpa por tus pecados, o te concedía un privilegio a cambio de una gran suma económica acompañado a veces de algo más.  Ahora preguntas por la calle a los jóvenes y no saben lo que es, algunos chistosos dicen que es el peaje para subir en burro a la feria.  No obstante, la bula es el primer objeto que no cubre ninguna necesidad biológica,  y sus demandas son exageradas. Se podría afirmar que el documento pontifico empezó la moda del mercantilismo. Las  bulas  religiosas están desfasadas, pero las bulas como los virus mutan a la velocidad de la luz para sobrevivir.   

La  zona azul, la gran idea de alquilar a tiempo parcial el suelo público para aparcar nuestro vehículo, es la evolución de vender humo.   Como las bulas  su motivo  de ser  es,   hacernos la vida más fácil, una vida al volante  sin atascos y con aparcamiento libre, siempre a cambio de  la calderilla del monedero.   Sin embargo,  cuando trabajas en el centro de la ciudad, que casi siempre es  todo  zona azul, te das cuenta, que es una tarifa plana, que además  tu jefe no te paga.  Si eres vecino  tienes el mismo problema  y lo peor de todo es que,  los tiempos de la zona azul a veces no se ajustan a tu ritmo de vida. 

 Algunos  cansados del parquímetro van a protestar a su administración local, y reciben como respuesta la zona azul es un lugar para uso exclusivo para clientes y visitantes de nuestra localidad.   Pero  los que pagan  anualmente todos los impuestos y además el premiso de circulación en la  localidad determinada,  son los ciudadanos censados.  La administración  se olvida de que también tienen coche y necesitan aparcamiento, además sin ellos no habría que administrar.   Parece  que las intenciones de regular el aparcamiento, realmente como las bulas,  es llenar las arcas administrativas  prometiendo,  tendrás asegurado un buen hueco para tu vehículo. Cuando por vivir ahí ya lo pagas por tus impuestos. 

Como todos los negocios de humo evolucionan y se transforman, ahora podemos encontrar en casi todas las partes, las  zonas de colores o multicolor.  Las cuales, su objetivo es  ajustar el tiempo de aparcamiento a cada necesidad del conductor, además de dar una gran oferta de precios. Como las bulas primero eran para tener un lugar privilegiado al lado del todopoderoso.  Al final terminaron cobrando por cualquier necesidad religiosa, aún siendo creyente  que por serlo y cumplir con tus sacramentos, penitencias y dogmas de fe, ya tenías satisfecho lo que prometían  aquellos documentos.