En esta segunda semana de junio, las redes sociales
se han conmocionado, con el caso del chico que con ochenta euros fue condenado
a entrar en prisión. Millones de usuarios han compartido la noticia, además de
añadir su opinión. La mayoría de las
veces era la típica frase impulsada por el derecho subjetivo, que comparaba el caso del
condenado, con los supuestos de
corrupción estatal. Además su padre, defensor de lo imposible, se movilizó para conseguir
el indulto de su hijo prodigo, pero
¿realmente lo merecía? En hoy me mojo, comentamos la noticia.
En primer lugar, nadie va a la cárcel por robar
ochenta euros. Tú que me estás leyendo, puedes robar al que está sentado a tu
lado, esos ochenta euros y no pisarás
una celda. Porqué hasta una cifra
determinada no se considera robo, y si es un hurto, solo constará como un
suceso acumulativo en tus antecedentes. Sin embargo, el mozo desvalido no pensó en robar ochenta euros de la cartera de su madre, o el típico robo con violencia
del tirón de un bolso en la calle.
Él fue a más, porqué falsificaba tarjetas de crédito
en conjunto con más personas. Un
acto que penalmente, ya está muy penado,
que es falsear un documento oficial. Seguramente
la tarjeta falsa, iba a nombre de un tercero. Que de paso, podía ser un
individuo real o inventado por los amiguetes. De tal modo, ya cometen usurpación de la personalidad de un tercero. Esto significa que están cometiendo actos a tu
nombre, y de esos hechos hay consecuencias, que normalmente son deudas.
Imagínate, un
día vas al banco y pagando tus facturas haciendo mil malabares, te dicen, Fulanito
aquí debes dos mil euros. Y tú, no recuerdas haber tirado la casa por la
ventana, sin comértelo ni bebértelo ¿qué cara se te pondría?. Sigo con la otra parte de la noticia, el mochuelo tenía ayudantes para falsificar.
Si lo ha cogido un fiscal con mala uva,
seguro que lo ha acusado de crimen
organizado, ya que da lugar a pensar que era una banda.
Parece que el chico de los ochenta euros, ya no es
una doncella en apuros, sino más bien, un lobo vestido de cordero. Ahora están los que ya no apoyan tanto la
liberación del ángel caído, pero siguen replicando que los corruptos están robando más y siguen en la calle. Pues sí, los chorizos al mayor a todos nos dan rabia e impotencia, pero somos seres
racionales y tenemos que comprender, que es un supuesto diferente.
Sino ¿de que
sirvió el sacrificio que hicieron nuestros antepasados para conseguir un Estado
de Derecho? Si al final damos a entender que nos parece más justo el ojo por
ojo, a pesar de las vidas sacrificadas de aquellos que lucharon para liberarnos
de las injusticias del Talión. La justicia no puede ser nunca aplicada por
igual en diferentes supuestos, a no ser, que tengan alguna analogía. En estos
dos casos no coincide nada, ni una metáfora podríamos formular.
Lo que
realmente nos crispa es que, al popular muchacho ya lo han sentenciado y los otros no. O ¿los
medios solo dan importancia a lo que quieren? Con esto me refiero, que todavía no he visto el
ingreso a prisión, de un conocido condenado por corrupción como puede ser Fabra.
Tampoco mis retinas han sido quemadas, viendo en algún medio filtrando imágenes
de vida cotidiana como interno. Sabemos
todos que está en una prisión de Comunidad de Madrid.
Pero lo más surrealista, es que en estos momentos, ya no venden al mozo como
una víctima, si no, más bien, como alguien que ha engañado a toda España, incluso a los
periodistas, ellos que tienen el deber de averiguar la verdadera información.
Pero parece que dan más importancia al cometido de deteriorar a la imagen de alguien o la opinión
pública del país, para sacar algún tipo beneficio de ello, que no tiene nada que
ver con mantenernos informarnos.
Al final del cuento, todos buscan el famoso enriquecimiento injusto, ni mozo
desvalido, ni información veraz. Todo
está permitido en esta sociedad para darnos pan y circo, aquello que nos mantiene distraídos, como hacían nuestros
antepasados romanos.