Hace algunas semanas leí por internet, que la ONU planea para el 2030 integrar microchips de
identificación a todo el mundo, a causa del nuevo orden mundial. A primeras si
esta noticia es veraz, los más valientes cuando les envíen la notificación de inyectarse un controlador de
por vida, gritarán a los mil vientos, que se lo pongan por el culo, quién haya
ordenado esto.
La frase de que” la información es poder”, hoy en día nadie
la valora. Para controlar o saber de cualquiera, ya no
hace falta regalar una cámara encubierta, dentro de un oso de
peluche. Publicamos a cada instante con
nuestro dispositivo móvil, financiado de nuestro propio dinero, nuestros datos personales. Algunas
publicaciones, nos dan hasta vergüenza ajena.
Pero ahí, en la nube están, a disposición de todo el mundo. Sin ningún tipo de garantías ni derechos de
uso, ni de propiedad intelectual.
Los más ilusos, que publican hasta la hora defecar se
defienden, con que, los datos más importantes y determinantes son los que están
en el Documento Nacional de Identidad, hasta el momento ninguna red social se lo pide.
Sin embargo solo nos acordamos de él
para justificarnos. Porque a todo el mundo le suenan estas palabras, “No encuentro el D.N.I, pues mañana si no aparece, lo denunció y me lo vuelvo
hacer de nuevo y fin del problema.”
El marrón de la
pérdida del documento no termina ahí. Nadie lo sabe, pero ese carnet perdido y denunciado,
sigue teniendo efectos. A pesar de tener
un microchip como una tarjeta de crédito, no sirve para anularlo una vez instas
la acusación. La denuncia solo sirve, para justificar que en ese momento no
tienes en tu poder el rudis contemporáneo.
A las empresas que compran deudas, de las compañías que hacen
documentos por medio de la contratación electrónica, les importa muy poco ese
papel, que te sello la policía de tu ciudad o cualquier cuerpo de seguridad,
autorizado. Se defienden con que hiciste muchos documentos, para no ser consciente.
Además nadie cree, la historia de que no hiciste esas dirigencias,
y que otro que vive a cuerpo rey, lo hizo por ti con tu D.N.I perdido por la
calle.
Pero lo peor no es estar endeudado de la noche a la mañana,
sin comerlo ni beberlo y que te persigan y amenacen con un juicio monitorio,
por activa o por pasiva los supuestos acreedores. Lo más macabro es que te
hagan seguros de vida a tu nombre,
que casualmente tengan de beneficiario a ese gallan, que te ha robado tu documentación,
para que al final te asesine, y cobre la
gran suma del depósito. Un peliculón americano
de suspense, pero Ana Paéz ya no vive para ser nominada al óscar.
Si el microchip que
desea implantar la ONU, sería incorrupto
y no un quitamiedos como es el actual D.N.I. Además de avalar nuestra identidad, también podría enviar ondas
satélite, para saber nuestra localización exacta, en el supuesto de haber
interpuesto alguien, una denuncia de desaparición hacia nuestra persona. No existirían
ya, ningún negocio fuera de la ley sobre
el tráfico de humanos, todo el misterio
sobre Madeleine Mccann sería despejado.
Es más, podríamos pensar bucólicamente, que una documentación
mundial, quitaría muchos pensamientos xenófobos y fronteras, pasado algunos
siglos. Sin embargo, esta futura enmienda si se aprobará, su objetivo sería una desviación de poder. Los datos para la
gente que tiene el poder, son como diamantes
de sangre.
Por ello, a pesar de criticar tanto al D.N.I, él mismo tiene
muchos mecanismos para demostrar la usurpación de identidad. El propuesto por la ONU carece de estas herramientas, ya que no lo contempla con la premisa se ser inrobable. Aún así con un bisturí cualquiera podría extraernos el microchip, y borrarnos
de la sociedad sin ninguna oportunidad de recuperar nuestra identidad.