lunes, 8 de octubre de 2018

DEL COL AL CONTOURING QUE SUAVIZA NUESTRO ROSTRO


Desde la edad catalogada por algún metal, la especie humana le ha encantado pintarse la cara como un mandril. Lo más sorprendente que el primer motivo para hacerlo, no fue otro que intentar parecerse a la flora y fauna que nos envolvía. En aquellos tiempos, no éramos la especie top ten, y el mundo no giraba en torno a nuestro ombligo.  Más adelante cuando aceptamos,  que aunque la mona se vista de seda, mona se queda. El maquillaje tuvo un significado más simbólico, que estético.  Lo utilizábamos para combatir el sol o señalar el estatus social al que pertenecíamos, así como, indicar la asistencia algún acontecimiento muy importante, que pasaba por nuestra vida.   

No es hasta en época de “Por la que brilla el sol”, que consideramos a los cosméticos como auténticos aliados contra la edad y la fealdad. En este tiempo el cuidado y la apariencia de la piel no tenían sexo, porque eran utilizados por hombres y mujeres.  Maquillarse era sinónimo de oblación hacia uno mismo, además de demostrar una plena confianza  y carisma hacia la multitud, presumiendo de  cutis.

Es en la Edad Media, cuando la práctica del maquillarse, es desprestigiada.  Todo lo que representada en anteriores épocas, ahora es sinónimo  de impúdico.  En esta  época la especie humana había demostrado con creces su superioridad, en cuanto, a otras especies o reinos de seres vivos. Incluso creíamos que el sol gira entorno a la tierra.  Solo nos faltaba comprobar  la magnificencia dentro de la misma especie. Por eso nos inventamos, el cuento de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. Homologando   su  perfección en todo, sin  necesidad ningún tipo de cuidado cutáneo.

La mujer en cambio, estaba fabricada a partir de una costilla del propio prójimo.  Éramos un ser claramente inferior en todos los aspectos.  Por ello el ideal de belleza solo afecta a nuestro sexo, es de antonomasia  nuestra sumisión y  consigo la demostración de ser pura. Concretamente teníamos que  lucir palmito, siempre  sin aditivos, a ver  si nuestros semejantes se distraen de sus menesteres.  Además ellos no podían  ser eclipsados  por  nuestro amor propio, ¿cómo podíamos sentir eso, por nosotras mismas?, era impensable, tal pensamiento narcisista.  

En esta época solo se maquillaban los empleados del negocio más antiguo de la tierra, y algunos marginados, para llamar la atención de quienes eran. Así  convirtieron a los cosméticos,  en  letras escarlatas.  A pesar  de esta decadencia, en el renacimiento se vuelve a recuperar la costumbre de empolvarse la nariz.  En el siglo XX, se inicia la costumización del maquillaje, con la fundación de las primeras industrias exclusivas del makeUp.

Sin embargo, las secuelas del medievo todavía quedan patentes hoy en día. El maquillaje masculino todavía es un tabú, para muchos.  Porque lo relacionan incorrectamente, con que, si lo usan pueden poner en duda su masculinidad, exagerando involuntariamente  arias de su cara, que den lugar a la apariencia de un rosto muy afeminado, como si los rostos suaves no nos gustarán, los hipster's lo saben. Pero la culpa de este estigma, fue por los primeros dramaturgos, que utilizaban el colorete de forma abusiva,  para interpretar el papel  de una mujer o mejor dicho de la misoginia. 

Sin embargo, cada vez hay más varones,  que optan por maquillarse  normalizando  la praxis, como hace James Charles. Ojalá pronto se hagan anuncios de bases maquilladoras de más factor,  protagonizados  por bellezas exclusivas, o profesionales del transformismo, incluso alguien andrógeno, sería muy innovador y abriría nuevos mercados, al identificarnos todos.

Se afirma que el  maquillaje es un complemento de sumisión hacia el patriarcado, ocultando su verdadera cara, debajo de un velo,  al proclamarse  efímero y optativo.   Pero recordemos nuestro pasado más cercano, cuando las mujeres no podíamos ni tener una cuenta bancaria a nuestro nombre, salvo si eras una viuda respetable.  ¿Quién tenía cada mes dinero seguro?  Él. La industria cosmética lo sabía, por ello el famoso “eslogan arréglese para ellos”. Porque los productos más vendibles, aunque parezca contradictorio,  son aquellos dirigidos a públicos incapacitados económicamente. O si nos miren, la industria  de  productos de ocio infantil o alimentaria.  El uso del maquillaje parece  a simple vista, que su cometido es  agradar a otros, y no a su consumidora.  Pero recordemos que uno de los efectos de la técnica de maquillarse, es verse  más joven y sin imperfecciones.  Además de proporcionar alguna armonía con el atuendo que se lleve de moda.

 Si sería una mujer de otro siglo, aunque  soy de este, igual lo pienso. La mayoría creería que me pintaría o me pinto como una geisha,  por mi pareja o simplemente presión social,  porque todas las tías iban y van muy emperifólladas, incluso algunas lo usan para ocultar sus inseguridades.  Porque cuando eres pequeña no te importa lucir tal y como eres, incluso haces cola para  que un pinta caras te la pinte, pero después descubres el mundo de las opiniones, y el rumos de que  los pinta caras provocan espinillas.

Pero  igual me maquillo, porque  a pesar de no parar en todo el día, de resistir golpes de la vida, de enfadarme, de darme por vencida a veces.   Jamás en esas horas bajas, me gusta, mostrar una imagen demacrada. Porque en cierto modo, es admitir que  el mundo al final me ha consumido y que mi espíritu se ha desintegrado. Eso es peor que te haya salido un grano o una arruga de expresión. 

Ahora contestarme ¿A cuántas  y cuantos,  no han  escuchado la expresión de alguien, a cuento de nada, de que,  no les gusta la gente  maquillada? Porque he estado en esa situación.  He visto en el  rostro del detractor, esa mirada mezclada de estigma y asco, que cuando la ves, algo en tu alma se petrifica,  al mismo tiempo te mueres de rabia. El maquillaje lo uses o no,  no cambiaría  tu vida, ni afectará a quien eres como persona.   Por eso tenemos que entender, de una vez por todas,  que una simple barra de labios, no es el estandarte de ningún pensamiento, ni barrera.  Simplemente la  expresión libre y personal  que puede durar  48 horas.   Si nos que se lo pregunten a Emma Stone en los globos de Oro.








sábado, 15 de septiembre de 2018

LA MUERTE, UN DELICIOSO BOLLO PARA ALGUNOS VIVOS


La Vida le preguntó a la Muerte, por qué la gente la odiaba y ,en cambio, a ella la amaban. La Muerte le respondió que era así, porque su amiga Vida, es una hermosa mentira y ella una dolorosa verdad.  Sabia respuesta, pero lo que no se ha enterado la muerte,  es que se ha convertido en un bollo delicioso para algunos vivos. 

Tanto body positive o body paing al final ni nuestro cuerpo nos pertenece.  El negocio funerario, donde lo más importante es la paz eterna, es como la vida misma, un vil engaño.  No les interesa lo más mínimo tus sentimientos, ni menos la última voluntad del fallecido.  A más de uno le ha pasado que le han cobrado, la misa del funeral  dos veces.  

No es de extrañar,  que mientras piensas que te van a llamar, para decidir qué elementos fúnebres quieres  o cómo se hará el último adiós, te llaman para informarte  que ya está todo listo, al día siguiente te pasan la factura por debajo de la puerta,  sin detallar porque sube tanto.  Como si fueran los nuevos  dueños del muerto.  Incluso  el sector es tan  desleal, que como menos te descuides, te  hacen intrusismo laboral y suplantan a la empresa  que has contratado. Claro, como el cliente  y consumidor no tienen capacidad de obrar, aquí  haya paz y gloria, la factura bien inflada de ceros.

Los que quedan fuera del hoyo, con el disgusto, no están capacitados para opinar. Con el discurso “sin ninguna preocupación”  ni siquiera nos damos cuenta, si el  féretro, que descansará nuestro ser querido toda su eternidad, es de exposición o esta defectuoso.  Enserio, ¿tienen al difunto en la cámara frigorífica hasta el responso? Por norma sanitaria tendría que ser así, pero solo en teoría. Porque ningún familiar, aunque vaya al velatorio, esta las veinticuatro horas  al lado de su muerto, antes de la sepultura. Personalmente tengo mis dudas.

La gran estafa de la muerte no termina  en el funeral, porqué muchos lapidarios con la excusa de que el nombre queda mejor en el medio, se aseguran  su futuro.  Las tasas, los trámites y el impuesto de sucesiones, ese último ya es la gota que colma el vaso.  Algunos patrimonios no se han transmitido por él, ha quedado de heredero el estado.  Parece ser  que aparte de ser una dolorosa realidad, la muerte es otro testaferro del consumismo.  

Pero no te preocupes pequeña Caroline, porque a pesar de leer este abismo profanador, al final de la luz, te espera el reino de los cielos.






miércoles, 14 de febrero de 2018

KARNAVAL ROCKANVOLESCO

Apasionada por la noche enmascarada, me adentre en la fiesta de las mil caras y todas falsas.  No buscaba nada, simplemente pasar una buena noche bailando hasta la madrugada.  Entré en un garito y no pase desapercibida por nadie.  Incluso ni para  ese hombre molesto del  top manta, que lo reconoces enseguida, por su abrigado atuendo  de mil y un sombreros en la cabeza, abrazando un montón de rosas rojas,  entre horteradas brillantes que le dan de comer.  Como una azafata en pleno vuelo quiere que le compres siempre algún artículo, que nunca llega a casa de una sola pieza.

Dentro de un pub me miró pero  acto seguido no me señaló su mercancía.  Pensé que no me había visto aunque eso era imposible, pero al menos  me había librado de contestar con una negativa.  Seguí disfrutando de la noche, pasando de antro en antro.  Viendo a mucha gente que hacía tiempo que no veía,  por no coincidir en ningún evento o falta de tiempo de hablarles.

Estaba tan bien y en un momento tan mal, que los buenos sentimientos se convirtieron en un concentrado de hostilidad. Cuando me di cuenta que a mi lado apareció ese hombre ambulante  y sus intenciones iban más allá de vender una  retranca, que le daba de comer.  En ese momento, recordé que lo vi toda la noche  entre la multitud a donde iba. Interiormente enseguida sentí  un ambiente muy tenso, aunque me intentaba auto convencerme de que era todo producto de mi imaginación y del alcohol.
Seguí como  si no hubiera percibido nada. Para relajarme decidí irme a la barra a pedir algo.  Esperando mi turno en la barra, contemplé a la gente  que me acompañaba.   En la escena comprobé que me equivocaba con aquél vendedor de chatarra.  Él no me acosaba a mí, sino a  otra del grupo.  Vi como la agarró como si fuera un objeto,  la arrastró con fuerza hasta la entrada del chiringuito dónde estábamos.   Ella estaba asustada, intentaba  soltarse de él,  miraba a todo el mundo, como aquél animal que  va entrar a la consulta del veterinario y gritaba,  pero  la música del ambiente superaba sus decibelios.  A pesar del camuflaje atmosférico, todos como yo, se dieron cuenta  de lo sucedido porque lo vi en sus caras. 

Rápidamente antes de que abandonaran el garito y ver la indiferencia de todos,  sin pensar nada,  fui como una leona  a por ese tipo. En sus ojos vi una satisfacción perversa, sin dudarlo  lo cogí violentamente de donde pude agarrarlo. Sin contemplaciones y sin soltarlo le dije que soltará a mi amiga.  La de dejó y se fue sin más.  Enseguida la abrace, sin pensarlo le dije que  ya había  pasado.

Lo peor de lo sucedido es que aquella noche se me cayó el mundo encima  defeccionándome mucho de la sociedad.  No por lo que pasó, sino por la pasividad de todos  los presentes que  contemplaron la misma escena y  decidieron poner la otra mejilla.  Porque luego,  sí que fueron a preguntar lo sucedido.  Desde entonces me preguntó  de qué sirve identificar una situación de abuso,  si no se actúa.   Por qué  tanta lucha legal y reivindicación, si el día a día decidimos  no cambiar las injusticias con nuestros actos.  ¿Los principios están tan huecos que solo sirven para modelar?